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dimarts, 20 d’abril del 2021

 

           

            PREMI LITERARI “TINTABLAVA” 2021 PER A JOVES DEL PRAT

          PATROCINAT PER                                    amb la col·laboració de

    


X CONCURS LITERARI DE MICRORELATS


PRIMER PREMI                                                         Títol: Llum incrustada

No podia més. Tot era fosc, a totes hores, excepte a les 17.32, quan es veia un raig de llum en la foscor que durava tres segons, un raig de llum que l’impulsava endavant. Estava sol, com sempre, i tots els dies es despertava amb un únic propòsit: veure com la foscor s’aclaria uns segons. Va començar a donar cops, les mans li suaven. Cada vegada els cops estaven carregats de més força i ho va aconseguir, aquell dia sí, va obrir la porta de bat a bat a bat, va sortir de l’Armari.

 

Autora: Ahinara PÉREZ RUÍZ

16 anys

Institut Salvador Dalí

 

 

SEGON PREMI                                                           Títol: Proverbios 28:13

Nací para ser, pero por desidia solo existí. Mi avaricia me hizo ansiar un algo, pero nunca supe qué o cómo hallarlo. Mi soberbia me obligó a sentirme el centro de la creación, pero no fui nadie. La perfección pareció hecha a mi medida, mas me conformé de retazos imperfectos. Me enfureció nadar en el océano de la mediocridad, pues no le temí al éxito. Comí sin hambre, no aspiré a controlar mi lujuria infinita y ahora envidio a la mujer sobre la barca mortuoria. No fui yo, fue cosa de los siete.

 

Autor: Jose PASTOR BENKOUBAA

17 anys

Institut Ribera Baixa

 

 

TERCER PREMI                                                            Títol: Reflejo

Me miro al espejo y no veo preocupaciones, me miro al espejo y veo lozanía, me miro al espejo y veo la perfección, me miro al espejo y me siento poderosa, me miro al espejo y noto la madurez, me miro al espejo y tengo ganas de vivir, me miro al espejo y comienzo a dudar, me miro al espejo y ya no es lo mismo, me miro al espejo y comienzo a añorar, me miro al espejo y me siento sola, me miro al espejo y...

 El espejo acabó desgastándose.

 

Autor: Cristian HERALTA BURDALO

17 anys

Institut Ribera Baixa



VIII CONCURS LITERARI DE POEMES

 

PRIMER PREMI                                                                          Títol: Paseo por el acantilado, Monet

 

(Estancia)

El aroma de las flores del brezo,

del senecio lanudo;

la brisa del mar, en el rostro fría,

levanta en el agua destellos de luz,

topacio y turmalina.

 

Blanco abismo bajo verde felpudo,

sin lugar al bostezo,

con reflejos del sol al mediodía,

es pared vertical, testigo mudo,

cuando irrumpen con paso torpe y seco

jóvenes pálidas con sus sombrillas,

acercándose a ese acantilado

mirador de los veleros y escudo

de un mar arrebatado. 

 

 

Autora: Íngrid GENÉ RODRÍGUEZ

17 anys

Institut Baldiri Guilera

 



SEGON PREMI                                                                                   Títol: Què som si no cendra?

 

No som fins que la mort ens toca. 

Fins que no patim la por de viure.

Som foc i pols, el final de les llums, 

nombres perduts entre fines flames. 

 

No som fins que l'amor ens toca. 

Fins que un t'estimo ens fa viure. 

La llibertat de volar papallones, 

raig de sol que crema al fill de fulgor. 

 

No som fins que sentim, 

Fins que la vida flameja, 

Fins que fa mal i s’està bé. 

 

 

Autora: Arianne ALVARADO ACEITUNO

17 anys

Institut Salvador Dalí

 

 

TERCER PREMI                                                                        Títol: Barcelona

 

Plazas y callejones carismáticos, 

No hay recodo que haya sido olvidado. 

Barandas de piedra y hierro forjado, 

Adornan balcones, cornisas y áticos. 

 

Coleccionando ángulos poemáticos

Peripatéticos que la han amado, 

Pasean sobre el jardín empedrado, 

que oscurece laberintos cromáticos. 

 

Mosaico de étnias, voces y tejados.

Destellos en las alfombras de asfalto.

Aromas en el aire entremezclados. 

 

La cubertería tintinea alto, 

Esmeraldas y rubíes alternados, 

Se oye en el Liceo voz de contralto. 

 

                                                                        

Autora: Lídia GENÉ RODRÍGUEZ

17 anys

Institut Baldiri Guilera   

 



IV CONCURS LITERARI DE RELATS SOCIALS


PRIMER PREMI                                                         Títol: Campo de batalla

Escucho, una vez más, el habitual jaleo de los vecinos de abajo y espero recibir esos cuatro toques rápidos en la puerta como señal para abrir y verlo con mil lágrimas desesperadas en los ojos y la notable necesidad de un gran abrazo que le haga olvidar. Cada vez que en casa de Iván llueven objetos y palabras destructivas, sube a mi casa y llora hasta quedarse seco. Hablamos en mi cuarto y, a veces, cuando está muy asustado, se queda a dormir en el sofá para no tener que volver a ese campo de batalla. Eso último siempre le trae problemas.

La primera vez, yo solo había bajado para preguntarle por los deberes de inglés, pero me lo encontré con la marca rojiza de un bofetón en la cara, los ojos hinchados por las lágrimas y a su madre recogiendo fragmentos de cristal de la alfombra mientras su padre le gritaba descontrolado. Cuando procesé la escena, me invadió el pánico. Agarré su muñeca arrastrándolo al rellano y cerrando la puerta tras nosotros. Nos sentamos en las frías escaleras. Nos rodeó un extraño silencio que rompí con una pregunta. ¿Qué acababa de pasar? No pudo contenerse más, estaba temblando. Las palabras salieron de golpe como una tormenta de lamentos.

Cada vez que se repite la situación me siento más y más frustrada. Por no poder cambiar lo que pasa justo bajo mis pies, por no poder hacer nada por Iván salvo darle la certeza de que, conmigo, está a salvo y que, cuando necesite escapar de esas cuatro paredes que le encogen el corazón, yo lo acogeré y lo escucharé.

Esta vez es distinta. Cuando él se queda dormido, decido buscar en internet, por enésima vez, desde que lo conocí a él, a quién acudir si te encuentras en una situación de violencia doméstica. Sé perfectamente que Iván no quiere contárselo a nadie. Teme por su madre, por lo que le pasaría si su padre se enterase, pero no puedo permitir que sigan así. Marco el número de la policía, pero los remordimientos no me dejan llamar. Vuelvo a mi cama e intento dormir. Antes de que el sueño me absorba me pregunto cuánto tardará Iván en rendirse.

 

Autora: Marta ASENSIO GONZÁLEZ

15 anys

Institut Salvador Dalí


 

 

SEGON PREMI                                                           Títol: Brisa del olvido

—“¿Cómo…”— 

Las vivencias que traen las nubes me incitan a dejar de someterme al viento. Un dibujo bajo el cual reinan las palabras “no me olvides” es mi único recuerdo por ahora. En él aparece una hermosa niña de pelo rubio que se deja llevar por la brisa. Esa chica me hace reflexionar, pero se marcha acompañada de una ráfaga de nostalgia. Sigo sin poder pronunciar la palabra que ronda mi mente durante este infinito huracán.

Una nueva imagen aparece. Me encuentro en un verdoso jardín, y una de las hermosas flores que lo pueblan se postra ante mis ojos. Es de un color azul recuerdo, con un centro amarillo que rememora los tiempos más alegres. La sujeta un anciano con mirada comprensiva. Además, transmite una extraña sensación que compunge mi corazón y no soy capaz de definir. De repente, la palabra “nomeolvides” invade mi ser. Ojalá poder retenerla hasta el punto de comprenderla. Mientras pienso en esto, el hombre me deja sola y ya no tengo constancia de haberme topado con ninguna flor de un color más azul que los recuerdos vacíos. Ese ignoto vocablo se mantiene ausente. Tendré que esperar a que me lo traiga el viento.

 

—“…me…”— 

Las criaturas juegan, y yo las observo sonriente. Un balón naranja que trae consigo momentos en los que yo llevaba las riendas del viento se acerca, y uno de los jóvenes me pide que se lo lance. Pero antes de hacer realidad su deseo la brisa me ha transportado de nuevo a lo que ya interpreto como mi casa. Es una morada indescriptible porque no encuentro palabras con un significado, por lo que decido olvidar y tratar de renovar mi mente con nuevas vivencias. Pero no las encuentro. He llegado, seguramente no por primera vez, a un punto muerto. La brisa se detiene y visualizo un futuro rojo. Ese color me avisa del peligro que comporta quedarse en blanco. La paleta de colores que hasta ahora pintaba mi existencia se diluye. Y, de golpe, un fondo negro.

 

—“…llamo?”— 

He oído algo. Una pregunta que puede darme la respuesta. En una simple brisa pasan la niña rubia, el anciano, los jóvenes. Parpadeo y se van, pero pretenden algo. Tal vez el propio viento ha querido devolverme una sensación que no sé definir, pero sé interpretar. Ahora estoy devolviendo el balón a los niños. Giro la cabeza y estoy enmarcando una obra de arte, miro mis manos y encuentro un anillo azul en mi dedo. El huracán colapsa hasta que, quizás por última o quizás por primera vez, algo retumba dentro de mí.

 

—Diana—pronuncio sin saber cómo. Unos gritos de euforia que no alcanzo a comprender llenan un sitio que el viento convierte en desconocido. La palabra se va, tal vez para no volver. El dibujo se rompe, la flor se marchita, los niños pierden el balón. En un momento de lucidez, el timbre de una de las escandalosas voces me resulta familiar. Pero ha sido un mero destello que ha alumbrado por un momento la paleta de colores. Los recuerdos han muerto… La brisa se los ha llevado…

 

Nomeolvides: género de plantas que simbólicamente se conoce como “flor del amor eterno”

 

Autor: Héctor LIDÓN RODRÍGUEZ

17 anys

Institut Estany de la Ricarda

 



TERCER PREMI                                                            Títol: Sí quiero

“¡Maya, date prisa que llegamos tarde!”

No contesto. Me mantengo en silencio. Rara vez me he visto vestida de un color tan puro y elegante como el blanco. Sostengo con fuerza un ramo de lirios, mis favoritos. Me hayo en una habitación iluminada tenuemente. Hace rato que contemplo mi reflejo en el espejo. Un rostro triste y sin alma se dibuja en él. Mis ojeras quilométricas han pasado a tener un color preocupante. Una lágrima se desliza por mi mejilla lentamente. Intento tranquilizarme. Expulso el aire contenido en mi pecho.


Oigo los pasos de mi madre que se acercan. Me sereno rápidamente. Entra resoplando:


“¿Hija, que haces así aún? Nos están esperando.”


Con sutileza, aplica colorete a mis pálidas mejillas. Seguidamente, me trenza el pelo como hace siempre. No la miro, aunque intercambio algún que otro monosílabo. Hace tiempo que mi madre no es la misma. La mujer a la que miro no es aquella que me hacía reír y me leía historias antes de dormir. De su boca no sale más que la misma frase una y otra vez: “Es por el bien de la familia”. Me siento indefensa y sola. Soy incapaz de articular palabra y dejo que las suyas se conviertan en eco. Levanto la mirada y me fijo que hay una estantería, la única de la habitación, polvorienta y devorada por la humedad. En ella hay tres libros. ¡Ay que haría yo sin mis libros! Mi refugio, donde el tiempo se detiene y todo es idílico. Mi escudo contra la ignorancia. Un mundo paralelo. El faro de mi vida. Pero todos esos pensamientos se desvanecen rápidamente cuando la puerta se abre de golpe.

 

Es la hora.

 

Mi madre me coge del brazo y juntas salimos de aquella habitación. Echo una última mirada a mis libros, a los que nunca volveré a ver. La melancolía y la pena inundan mi alma. A dos metros hay otra habitación más amplia. Las puertas están abiertas de par en par. En la entrada hay una gran multitud. Simultáneamente, se giran hacía mí y me abren paso. Una vez dentro, un escalofrío recorre mi cuerpo. Miro a mi alrededor. A mi derecha, mi familia, a mi izquierda, nada más que un grupo de gente desconocida que me mira con desprecio y suspicacia. Pero lo que de verdad importa, se halla al final del pasillo, en el altar. El miedo se apodera de mí. Allí estaba él, alto, delgado, sereno y confiado. Su pelo alborotado y peinado hacia un lado le delataba. Una abundante barba y mal cuidada tapaba gran parte de su cara. Iba trajeado con una corbata roja.

 

“Sí quiero.”

 

Tras musitar aquellas dos palabras que me harían su futura mujer, mi vida de niña inocente, pasaba a estar a merced de un hombre totalmente desconocido que me triplicaba la edad, convirtiendo mi vida esclava en un completo infierno sin fin.

 

 

Autora: Anna RODRÍGUEZ VALERO

16 anys

Institut Salvador Dalí

 



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